Babloo

Escapar de la explotación uniéndose al comercio justo

Agra, una ciudad de palacios ahogada en el caos urbano

Delhi y Agra están a cuatro horas largas en coche. A las afueras del interminable laberinto de viaductos y edificios que conforman los suburbios de Delhi, la autopista atraviesa una exuberante campiña. Hay pocas ciudades grandes entre Delhi y Agra, y el viaje parece bastante tranquilo mientras se conduce a lo largo del río Yamuna, el río sagrado del hinduismo.

Cuando se llega a la ciudad, una caótica mancha urbana va devorando el verdor; la arena, el polvo y el cemento empiezan a ocupar el horizonte. Es difícil identificar la ciudad, ya que su arquitectura parece tan hiperactiva y anárquica.

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A veces, sin embargo, aparecen grandiosos palacios, imponiendo su grandeza y serenidad al caos urbano que los rodea. “Los mogoles construían palacios de ensueño", contaba el etnólogo Claude Lévi-Strauss durante su breve estancia en la India en las últimas páginas de Tristes Trópicos.

Es cierto que estos edificios tienen algo de etéreo en su grandeza y sus tonos amarillos y rojizos, como si sus enormes piedras apenas los anclaran a la realidad.

Entre estos palacios construidos por los gobernantes mogoles, el Taj Mahal destaca por el romanticismo que lo rodea. Este mausoleo de piedra blanca, construido con una exquisita simetría a orillas del Yamuna, es suficiente para justificar el viaje a Agra de innumerables turistas.

Fundada por los mogoles, el imperio heredado de los mongoles de Gengis Kan y los turcos de Tamerlán, Agra fue la capital del subcontinente indio hasta que los emperadores se marcharon a Delhi. Casi 4 siglos nos separan del abandono de esta ciudad imperial. Ahora es difícil imaginar los tiempos en que sus jardines ribereños eran lugares de placer y refinamiento. Como para no romper el mito que lo rodea, el Taj Mahal permanece invisible desde la carretera: un denso bosque lo separa del resto de la ciudad.

Los artesanos de Agra, herederos de su historia ancestral

Sin embargo, aún quedan retazos de la Agra de antaño. Sólo es necesario pasear por los palacios de la ciudad y observar con atención las innumerables incrustaciones y grabados que decoran sus paredes. Cada una de estas obras es testigo de la historia de una multitud de artesanos anónimos que vinieron de todos los rincones de la India, y a veces incluso de Europa, para dar forma a estos palacios eternos.

Aun hoy, a la salida del Taj Mahal, los herederos de su saber-hacer exponen sus mercancías, esperando atraer la mirada de los turistas en busca de souvenirs. Se pueden ver cientos de Taj Mahals en miniatura alineados, acompañados de elefantes o maharajás tallados en piedra blanca. Esta artesanía tallada en piedra de jabón es uno de los oficios ancestrales que constituyen el orgullo de Agra, y que siguen vivos gracias a la inagotable demanda de los turistas.

Sin embargo, los talleres donde se fabrican estos objetos permanecen en su mayoría en la oscuridad. Babloo es uno de los sobrevivientes. Como muchos de los artesanos de Agra, el arte de la talla de la piedra de jabón le fue transmitido por su familia. Con esta habilidad, esperaba ganarse la vida como lo habían hecho sus antepasados. El mercado de la artesanía en Agra, que es extremadamente rentable, está desgraciadamente monopolizado por los comerciantes del comercio convencional, famosos por su falta de escrúpulos. De hecho, al "contratar" a los artesanos locales, les hacen producir artesanía a gran escala, pagándoles sumas míseras. La injusta relación entre artesanos y minoristas no termina ahí. Los talleres de esteatita son especialmente peligrosos: sin infraestructura para proteger a los artesanos de las sierras y sin ventilación para expulsar el polvo, los artesanos están expuestos a accidentes y enfermedades pulmonares.

Babloo pronto sintió que su salud se deterioraba: con todo el polvo aspirado en el trabajo, el trayecto en bicicleta hasta su taller era cada vez más difícil. A pesar de estas difíciles condiciones, es muy difícil que un artesano abandone los talleres convencionales. De hecho, los minoristas se niegan a pagar a los artesanos sus salarios íntegros, argumentando que nunca pueden atender sus pedidos, que suelen ser muy cuantiosos durante periodos muy cortos.

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El comercio justo: una forma de ganarse la vida decentemente con tus habilidades

Durante su estancia en el taller convencional, Babloo se enteró de la apertura de un taller de comercio justo, el "Agra Bazaar Trust", creado en algún lugar de las afueras de Agra por la asociación india TARA Projects.Decidiendo proteger su frágil salud, abandonó la idea de recibir todo su salario del comerciante, y se unió al comercio justo.

Los artesanos del “Agra Bazaar Trust” proceden de entornos muy diversos: muchos son supervivientes de talleres de artesanía convencionales, otros pertenecen a minorías étnicas o religiosas y otros son personas mayores que necesitan unos ingresos decentes para mantenerse. Las tareas, que van desde el tallado de artesanías hasta la elaboración de diseños o la clasificación y encajonado de productos terminados, se dividen según las habilidades de cada persona.

En este taller, los salarios están indexados al salario mínimo del estado de Uttar Pradesh, y los artesanos cobran según la cantidad de artículos producidos. Otro aspecto que diferencia a Agra Bazar de los talleres convencionales es que los artesanos están organizados en comités para evaluar la calidad de vida de los trabajadores. Babloo, por ejemplo, ha decidido unirse al grupo de autoayuda del polvo, que se dedica a detectar cualquier problema de ventilación en los talleres y a proponer nuevas soluciones para combatir este problema.

El consumo y la producción responsables de artesanía siguen siendo una cuestión que no se afronta ampliamente en la India y en el mundo. El mundo oculto detrás de la industria de los souvenirs turísticos suele ser poco conocido: los testimonios de artesanos como Babloo son una forma de exponer este problema.

Manuel-Antonio Monteagudo

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