Las riquezas poco conocidas de la costa norte del Perú

La costa norte de Perú es poco conocida fuera del país. Sin embargo, es la cuna de muchas de las riquezas que lo han hecho famoso internacionalmente.

Es un paisaje desértico, intercalado con algunos valles fértiles formados por ríos nacidos en los glaciares andinos. Una tierra modelada por la mano del hombre mucho antes de la llegada de los españoles, con ancestrales canales de riego e inmensas pirámides que parecen colinas, tanto que han sido erosionadas por los diluvios provocados por el fenómeno de El Niño. Hace dos mil años, ésta era la tierra de los mejores orfebres de Sudamérica, antes de que el Imperio Inca los sometiera y heredara los secretos de sus joyas de oro y plata.

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Una sacerdotisa milenaria que podría cambiar la vida de las artesanas del presente

Como en todo el Perú, los sitios arqueológicos del norte del país siguen revelando cosas extraordinarias. Es el caso del impresionante complejo piramidal de Chotuna-Chornancap, un par de pirámides cerca de la ciudad de Lambayeque. En 2011 se descubrió allí la tumba de una sacerdotisa ricamente vestida, con adornos y joyas que indicaban la importancia que tuvo en vida, en el siglo XIII d.C.

El descubrimiento fue aún más sorprendente para los arqueólogos, ya que contrastaba con la realidad de las mujeres contemporáneas de la región. De hecho, los caseríos de los alrededores de Chotuna-Chornancap, escondidos entre los arrozales y los campos, siguen un orden patriarcal muy rígido. Las familias rara vez van a la cercana ciudad de Lambayeque, y los roles de género son claros: el hombre pesca y trabaja en el campo, la mujer se queda en casa. Peor aún: sigue siendo habitual que los hombres secuestren a las mujeres con las que desean casarse y luego negocien un rescate con sus padres. Esto explica el alto nivel de deserción escolar entre las jóvenes.

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Sin embargo, el descubrimiento de la tumba de la sacerdotisa podría cambiar la situación. De hecho, los arqueólogos del complejo han establecido una alianza con algunas mujeres de los alrededores, que consiguen vender sus artesanías en las tiendas de los museos arqueológicos de la zona, como el Bruning. A cambio, los arqueólogos les presentan los patrones y diseños encontrados durante sus excavaciones para que puedan elaborar productos que reflejen la riqueza del yacimiento arqueológico. Los ingresos que obtienen de sus ventas permiten a las mujeres independizarse de sus maridos, y en las escuelas, la historia de la sacerdotisa de Chotuna, un ilustre antepasado, se convierte en una inspiración para las jóvenes de los pueblos...

Manuel-Antonio Monteagudo

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