Los Canuts

Una antigua lucha por un trabajo justo

Lyon, término de las Rutas de la Seda

Lyon, capital de la región de Auvergne-Rhône Alpes, es una de las ciudades más antiguas de Francia, al haber sido fundada por los romanos bajo el nombre de Lugdunum en el siglo I a.C. Como la sede religiosa cristiana más antigua del país, también es una ciudad muy importante para los católicos franceses.

Construida a orillas del río Ródano, que fluye desde los Alpes suizos hasta el Mediterráneo, Lyon tiene una antiquísima reputación de ciudad comercial, que recibía comerciantes de los prósperos mercados de Suiza e Italia. Incluso hoy en día, Lyon es considerada una ciudad importante en Francia, famosa por su gastronomía pero también por su arquitectura romana y medieval, así como sus universidades.

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Como una de las principales ciudades comerciales europeas, Lyon es a menudo considerada como uno de los puntos finales de las famosas Rutas de la Seda. Estos caminos alguna vez conectaron el rico imperio de China con los estados europeos, en un intercambio constante de conocimientos y productos. Si esta conexión ha existido siempre, vivió su época dorada durante la Edad Media europea

La seda llegó a Lyon en el siglo XV, cuando artesanos italianos la vendían en sus mercados. Después de notar que las élites francesas amaban este tejido, el rey Luis XI se comprometió a fundar talleres de seda en Francia. Después de un comienzo difícil, estos talleres finalmente se instalaron en Lyon, que se convirtió en la capital de producción de seda para las cortes de Europa.

En 1801, el inventor Joseph Marie Jacquard inventó un mecanismo que revolucionó la artesanía de la seda: el telar Jacquard, una ingeniosa máquina que permitía a un solo trabajador producir un tejido complejo.

Esta nueva máquina, que simplificó enormemente el trabajo de la seda, permitió la aparición de una comunidad de artesanos que marcaría la historia de Lyon: los Canuts, artesanos de la seda.

El patrimonio de los canuts en la ciudad de Lyon

Lyon es una ciudad que se extiende entre dos colinas alrededor del Ródano: a los lioneses les gusta distinguir “la colina que reza” (Fourvière, al oeste) de la “colina que trabaja” (la Croix Rousse, al noreste). En efecto, si en la colina ancestral de Fourvière existen innumeras iglesias y basílicas cristianas, la de la Croix Rousse estuvo alguna vez llena de talleres de seda, habitados por los Canut.

Hoy, los Canuts ya no existen y la Croix Rousse se ha convertido en un barrio de artistas, muy apreciado por los lioneses. Sin embargo, su historia canut aún es visible en sus calles, llenas de edificios de grandes techos, donde los Canuts instalaban sus máquinas jacquard de 4 metros de altura.

En este barrio de casas rojas, los nombres de las calles evocan este pasado trabajador, y una gran plaza lleva el nombre de los canuts, con una estatua de Jacquard en el centro. Una de sus estrechas calles alberga la Maison des Canuts, un museo dedicado a la memoria de estos tejedores que hicieron famosa a Lyon en el siglo XIX.

El museo está dirigido por Philibert Varenne, bisnieto de un trabajador de la seda, que busca mantener viva la memoria de los Canut y sus conocimientos. Su museo recorre la historia de la seda lionesa y conserva una copia de la máquina jacquard.

Si la historia de los canuts es tan preservada por los lioneses, es que la lucha y organización de esta comunidad de artesanos transformó a la ciudad e inspiró a diversos pensadores. Agrupados en la Croix Rousse, una colina de rentas modestas y protegida de las inundaciones, trabajaban en condiciones muy difíciles, en jornadas de 16 a 18 horas muy modestamente remuneradas.

Como los artesanos del comercio justo en la India actual, los canuts crearon organizaciones de ayuda mutua, como "le Devoir Mutuel", fundada en 1828. Estas sociedades reunían a artesanos que recibían apoyo en caso de enfermedad o desempleo a través de una cotización mensual. Algunos de estos Canuts empezaron a pensar en formas de renegociar sus salarios, emprender acciones políticas y defender el papel de la mujer en la sociedad.

En 1831 fundaron el primer periódico obrero, L'Écho de la Fabrique, donde debatieron las mejores maneras de defender su dignidad.

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La lucha de los Canuts por el trabajo digno, aún viva en las memorias

En esos tiempos, los salarios de los Canuts estaban descendiendo. Además, a pesar de la explosión de una revolución liberal en París, los Canuts se sorprendieron al descubrir que la nueva legislación quería impedirles organizarse como trabajadores. Para empeorar las cosas, sus compradores quisieron que renuncien a sus telares individuales para venir a trabajar en fábricas centralizadas. A pesar de sus repetidas solicitudes de aumento salarial, sus reclamos fueron ingnorados.

Esta indignación llevó a la famosa revuelta de los canuts en noviembre de 1831. Los artesanos manifestaron en las calles de Lyon bajo el lema "¡Vivir libres trabajando o morir luchando! ". La manifestación será reprimida en la sangre, pero el recuerdo de su lucha inspiró a pensadores como Karl Marx y Flora Tristán.

A pesar de su audacia y su capacidad organizativa, los Canuts desaparecieron con el surgimiento de la mecanización y los productos sintéticos. Solo quedan unas pocas máquinas Jacquard, conservadas por museos o asociaciones, y utilizadas para pedidos especiales.

A pesar de su desaparición, la capacidad organizativa de los Canut sigue inspirando movimientos sociales en el mundo entero.

Manuel-Antonio Monteagudo

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